CLASE:
UNA HERRAMIENTA DE SEDUCCIÓN
La persona con clase seduce
con su talento, sus habilidades, sus destrezas, y por supuesto, todo esto enriquecido con un
uso inteligente de sus experiencias.
La esencia de esta cualidad,
es gozar de un don intangible e imperceptible, en ocasiones al ojo humano, pero
que resulta tremendamente fascinante y brillante a distancias cortas.
Frecuentemente, se confunde
el significado de dos vocablos que tienen importantes elementos en común pero
que distan en su fundamento, les hablo de la elegancia y la clase.
Cuatro son las grandes diferencias
existentes entre ser elegante y tener clase. Me centraré en la “Clase”, ya que,
con anterioridad lo hice con la “Elegancia” en mi post que lleva por título “Sencillamente
Elegante”.
Primera: Es innata a la
persona.
Segunda: No cuenta con la
opción de ser aprendida.
Tercera: Puede no ir
acompañada de elegancia externa y
Cuarta: Pongamos un caso
práctico.
Brandon Ford (nombre
ficticio) es un afortunado o desafortunado multimillonario que decide poner en
marcha una serie de actuaciones, creyendo que éstas, le proporcionarán la clase
necesaria para estar a la altura de los números de su desproporcionada cuenta
bancaria.
Se dispone a disfrutar de unas
merecidas vacaciones, y lo hará a manos de un Lamborghini Veneno Roadster
valorado en $4’500,000, uno de los 9 que fabricaron en 2014. Decide alojarse en
el Hotel Burj Al Arab de Dubai, el hotel más caro del mundo ocupando, junto a
su flamante esposa, una de sus minúsculas habitaciones de apenas 780 metros
cuadrados, entre paredes de oro y piedras preciosas. Seguidamente, decide tomar
su jet privado valorado en 500 millones de dólares muy similar al del Príncipe
Alwaleed Bin Talai de Arabia Saudita, para ir a cenar al mejor restaurante del
mundo, el “Celler de Can Roca” en Girona, donde hará entrega a su pareja de un
broche repleto de diamantes diseñado por Laurence Graff, con un precio estimado
de 100 millones de dólares. Bien, podríamos seguir engrosando la lista de
servicios, lugares y objetos del más alto lujo, pero hay algo que el señor Ford
nunca podrá adquirir, y me estoy refiriendo a la clase.
La clase al igual que la
herencia genética, es un legado ético y moral que se transmite de padres a
hijos y nada tiene que ver con ser poseedor de grandes fortunas, nunca deja al
desnudo nuestras debilidades ni miserias, y nos dirige aun queriendo cambiar el
rumbo de nuestras actitudes. Es como navegar a vela, te permite navegar en
cualquier dirección, excepto en línea recta si lo hacemos con el viento en
contra.
Tu aspecto físico hablará de
ti, pero tu clase, lo hará también inevitablemente de tus orígenes, predecesores,
y si llega el momento, lo hará igualmente de tus descendientes.
Tener clase no es un propósito
de futuro, es un valor del pasado que resulta patente en el presente, y que
goza de la capacidad suficiente para proyectarse en generaciones futuras.
Margarita
Martínez Mechó
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