LEYENDO ENTRE TENEDORES, CUCHARAS Y CUCHILLOS
Siglo XXI, las nuevas
tecnologías invaden nuestros espacios terrestres y aéreos. Los niños parecen
nacer programados, de tal manera, que están capacitados para manipular cualquier
tipo de maquinita que caiga en sus diminutas manos. Podemos realizar visitas
virtuales a tiempo real. Realizar viajes a cualquier punto del mundo prácticamente
con un chasquido de dedos. Casas domotizadas que, al día de hoy, lo único que
no son capaces de hacer, por sí mismas, es desplazarse de un lugar a otro sin
ayuda humana. Somos capaces de buscar bichos virtuales por doquier, etc., etc.,
etc., y seguimos sin saber comer, sí han leído bien, “seguimos sin saber comer”.
¿Curioso verdad? No sólo resulta curioso, sino, que resulta lamentable.
Día tras día, intento
encontrar una mínima explicación a un hecho que es vital para la supervivencia,
y que practicamos miles y miles de veces a lo largo de nuestra vida ¿Cuánto
tiempo necesitamos para aprender? ¿Será que no ponemos el interés suficiente?
¿O quizá, que no tenemos constancia de la importancia que supone hacerlo
correctamente?
El comer es un acto social desde
nuestra más tierna infancia. Fiestas apoteósicas de bautizos, cumpleaños,
santos, comuniones, despedidas de soltero/a, bodas, despedidas de casados,
empresa,…, porque es viernes, porque hemos quedado, porque es navidad, porque,
porque…. Estamos adiestrados para
realizar cualquier tipo de actividad en solitario, pero no sucede así lo mismo,
cuando comemos acompañados por la árida soledad.
Saber comer, en ocasiones, puede
determinar nuestro futuro ¡Qué fuerte! Alguno de ustedes puede pensar
¡Margarita, te has pasado! El futuro es incierto sí, pero si no dominamos el
arte del buen saber en la mesa, nuestro futuro pasará a ser más predecible de
lo que imaginamos.
¿Sabías que cada vez son más
numerosas las organizaciones empresariales, que desde el departamento de
Recursos Humanos, incluyen almuerzos o cenas de trabajo para determinar la
selección del personal que formará parte de su estructura organizacional?
¿Nos hemos planteado, el
porqué de algunas citas amistosas, amorosas o de conquista quedan relegadas al
recuerdo? Algunas personas son rechazadas por el otro/a, simple y llanamente, por
la forma de comer y/o la actitud que presentan en la mesa. Lógicamente, este
factor no será determinante para la totalidad de los individuos, pero sí, para
aquellos que son capaces de leer entre tenedores, cucharas y cuchillos.
No todo consiste en conocer
para qué sirve cada uno de los utensilios que encontramos dispuestos sobre la
mesa en un banquete o comida de negocios, o si debo tomar las gambas con
cuchillo y tenedor, esto me atrevería a decir, que es casi lo de menos. Muchas
son las lecturas que se pueden realizar en torno a una mesa que denotan
educación, generosidad, don de gentes, cultura general, compromiso, interés, respeto,…
La mesa es una fuente
inagotable de información que puede estar a nuestro favor, si la sabemos
gestionar adecuadamente, o por el contrario, jugarnos una mala pasada.
Por todo esto, y por mucho
más, comamos y bebamos del conocimiento y la sabiduría.
Siempre y en todo lugar,
aférrate al Arte del Saber Ser, Saber Estar y Saber Hacer.
Margarita
Martínez Mechó