INFERENCIAS DE LA EDUCACIÓN AFECTIVA
El afecto es una de las
necesidades primarias del ser humano que se inicia en la edad temprana (infancia)
y perdura aun llegada la madurez (edad adulta).
Un ambiente entrañable del núcleo familiar contribuye
tanto al desarrollo y evolución del sistema nervioso en la infancia, como al
impulso de sus capacidades cognitivas y emocionales acrecentando potencialmente
su intelecto, su salud y su felicidad.
No prives a tus hijos de
estimulaciones afectivas y una saludable educación en valores. La edad temprana resulta
significativa para generar actitudes positivas psíquicas, favoreciendo la
madurez racional y afectiva en las etapas juvenil y adulta.
Las necesidades afectivas,
emocionales o psicológicas insatisfechas a edades tempranas, pueden llegar a desangrar
la vida de nuestros hijos generando sentimientos como el no sentirse querido,
desprotección, enojo, resentimiento, falta
de confianza en sí mismo, depresión, ansiedad, tristeza, aislamiento, rabia,
miedos, bloqueo, comportamientos de agresividad, necesidad de amor y respeto y
afecciones psicosomáticas entre otros.
El sujeto adulto tiende a
reproducir las situaciones y vivencias acaecidas en su infancia, sin apenas
darse cuenta del daño que le pudo ocasionar a él este tipo de acontecimientos.
Estas personas que tan necesitadas de afecto se encuentran, desconocen el modo
de cuidar emocionalmente de ellos mismos, por lo que resulta imposible que lo
hagan de las personas que le rodean o cohabitan.
No eduques inculcando odio,
envidia, resentimiento, malos
sentimientos, hipocresía, interés,
complejos, hábitos negativos y mala educación, porque lejos de hacer personas
felices y bien avenidas, lo único que conseguirás es incomunicarlos de la
sociedad. Educar queda muy lejos del consentimiento sistemático y del
reforzamiento de actitudes, como reír comportamientos negativos que no dejan de
ser una falta de respeto tanto individual como colectivo.
Un individuo con deficiencias
cognitivas y emocionales significativas, es un sujeto repudiado y excluido de
sus semejantes en el tiempo.Educa a tus hijos desde el cariño, la comprensión, la generosidad en las relaciones humanas para hacerlos personas ejemplares y felices. Un niño feliz será, el día de mañana, un adulto capaz de ser feliz y hacer feliz a las personas circundantes. Utiliza una comunicación adaptada a las necesidades que vienen determinadas a cada edad, en cada etapa.
Contribuye a desarrollar comportamientos altruistas, a consolidar su identidad, a superar el egocentrismo de la etapa anterior, a asumir compromisos y responsabilidades, a crecer en valores, a tomar sus propias decisiones y a creer en las personas independientemente de la profesión y el cargo que ostenten.
Como padres y madres
nuestros fallos y nuestros aciertos
juegan un papel decisivo en la vida de los hijos y en la de aquellos que algún
día también formarán parte de su familia.
Margarita Martínez Mechó