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viernes, 31 de agosto de 2018
jueves, 30 de agosto de 2018
EL ARTE DE LAS EVASIVAS: UN MENSAJE OCULTO
EL
ARTE DE LAS EVASIVAS: UN MENSAJE OCULTO
¿Quién
no ha recurrido, en más de una ocasión, a una socorrida evasiva? Todos en algún
momento de nuestra vida nos hemos visto, obligados o no, a practicar con mayor
o menor éxito la técnica de las evasivas.
Hay
que reconocer que hay sujetos que presentan un claro y evidente dominio de las
evasivas convirtiéndolas en un verdadero arte en asertividad, persuasión y
carisma.
El
artista presenta alto grado de autocontrol y pleno dominio del lenguaje no
verbal; te mira a los ojos; te sonríe si
es necesario, o por el contrario se presenta con semblante serio para dar más
credibilidad a su personaje dominante. A continuación, entramos en la secuencia
“duda” aunque captemos la esencia del mensaje y percibamos que se trata de una
dulce evasiva nuestro corazón, nuestra meta, nuestra ilusión repetirá una y
otra vez en nuestro subconsciente ¡Siempre tendremos París!
¿Te
has preguntado alguna vez qué se esconde tras una evasiva?
En
definitiva una evasiva siempre encierra un ¡NO! disfrazado en algunas ocasiones
de arlequín, y en otras, de gala; un desentenderse, un rechazo, un fallo
negativo por mucho que nos cueste aceptarlo. Lo demás son píldoras de aliento y
de expectativas, porque como bien reza en nuestro refranero español “La
esperanza es lo último que se pierde”.
Para
descifrar si una respuesta es sincera o se trata simple y llanamente de una
escapatoria, deberemos prescindir de hacer evaluaciones de manera aislada, para
ello, lo haremos simultáneamente con la desprendida y la inestimable
información que nos ofrece el lenguaje no verbal, éste nos ayudará a realizar
una lectura más precisa y certera; posición y orientación de los pies y el
cuerpo, mirada, manos, brazos, boca, cejas, pupilas,…
Tipos
de evasivas las hay de lo más variopintas. Las hay inteligentes, meditadas y espontáneas.
INTELIGENTES:
Aquellas excusas que valiéndose de habilidades
sutiles y artísticas sortean situaciones previsiblemente comprometidas o
de dificultad inquietante.
Objetivos:
*
Intentar salir triunfante de aprietos con agilidad y delicadeza sin que la otra
parte se sienta ofendida o rechazada.
*
Buscar en el tiempo un gran aliado.
* Mostrar
cierto dominio de la situación.
*
Dejar puertas abiertas para intereses futuros.
Van
acompañadas de una aparente seguridad en sí mismo y una convincente representación
escénica.
MEDITADAS: Son
justificaciones ponderadas con cuidado y esmero que no dan lugar a que el
destino actúe a su capricho. Se generan ante situaciones de incertidumbre que
resultan clarividentes o presentan duda o miedo ante lo que puede acontecer.
Objetivos:
*
Intentar salir triunfante de aprietos con agilidad y delicadeza sin que la otra
parte se sienta ofendida o rechazada.
*
Buscar en el tiempo un gran aliado.
* Intentar
mostrar cierto dominio de la situación.
*
Dejar puertas abiertas para intereses futuros.
* Previsión,
control y actuación frente a actitudes previsibles.
ESPONTÁNEAS: Son
aquellos pretextos que sirven de inminente huida ante situaciones no
contempladas con anterioridad, y que escapan de nuestro control
provocando desconcierto repentino y bloqueo entre las partes actuantes.
Este
tipo de justificación suele ir acompañado de argumentos vacíos, absurdos y, en
ocasiones, un tanto paradójicos faltos de lógica que llegan a sorprendernos,
inclusive, a nosotros mismos - ¡¿Pero
cómo se me ha ocurrido eso?! o ¡¿Por qué he dicho lo otro?!
Resultan
poco concluyentes y los resultados en la mayoría de los casos no ultiman con un ¡Fueron felices y comieron perdices! Todo dependerá
de la perspicacia y, por qué no, de un rocío de buena suerte para salir airoso
de una situación que en principio parecía haberse inspirado en “Las aventuras de
Alicia en el País de las Maravillas”.
Objetivos:
*
Salir como se pueda.
Veamos
a continuación algunos ejemplos de evasivas que quizá nos resulten un tanto
familiares y nos hayan logrado sacar, en alguna ocasión, de un entuerto:
- ¡Oh, cuánto lo siento pero en este momento…!
- ¡Estoy hasta arriba de trabajo!
- ¡Me falta tiempo hasta para respirar!
- ¡Me lo impide…!
- ¡Estaría encantado/a si no fuese por…!
- ¡No sabes lo que me agradaría poder atender tu solicitud!
- ¡He quedado!
- ¡Este año es imposible, el año que viene será! ¿Estás de acuerdo?
- ¡Tengo exámenes!
- ¡Me temo que no podré!
- ¡Acabaré muy tarde!
- ¡Lamento tu situación, pero…!
- ¡Eres impresionante, pero…!
- ¡Yo en tu lugar no sé qué haría!
- ¡Se me ha roto el coche!
- ¡El tráfico esta mañana era muy denso!
- ¡En este momento no puedo atenderte pero, llámame cuándo me necesites!
- ¡Me resulta imposible ofrecer una solución a tus problemas, pero estoy seguro/a que muy pronto alguien te descubrirá y no podrá prescindir de tus servicios! ¡Ánimo, estoy contigo!
- ¡Me resultas una persona muy atractiva, con muchos valores, muy inteligente, etc., etc., pero no ha surgido la chispa!
- ¡Buscamos a alguien menos capacitado que usted!
- ¡A ver si quedamos!
- ¡Es la política de empresa!
- ¡Otra pregunta, por favor!
- ¡Lo consultaré con mi almohada!
Independientemente
del tipo de evasivas a las que recurramos, el resultado obedecerá a las
habilidades de persuasión o carisma del individuo para salir más o menos
brillante del conflicto social, emocional, laboral, familiar, político o mediático.
En
cualquier caso, y aun obteniendo los resultados opuestos a las expectativas
puestas en la otra persona, es aconsejable no perder el control o hacer
comentarios o gestos que delaten nuestras opiniones o pensamientos al respecto
y puedan obstaculizar posibles futuras oportunidades.
Sonriamos
y saquemos nuestras propias conclusiones, pero siempre, procuremos no cerrar
puertas, ni herir sentimientos porque “Hay heridas que en lugar de abrirnos la
piel, nos abren los ojos” Pablo Neruda.
Margarita
Martínez Mechó
jueves, 16 de agosto de 2018
COMIENDO Y EN CHANCLETAS
COMIENDO Y EN CHANCLETAS
Es cierto que en época
estival la vestimenta, y más aún si se trata de la playa o lugar vacacional, se
relaja un poquito más. Pero hay algo que no se tendría que descuidar, en ningún
caso, si decidimos visitar un restaurante
para comer o cenar. Podremos vestir más desenfadadamente, con menos abalorios e
inclusive con otro estilo al que estemos acostumbrados a ir cuando acudimos a
nuestro puesto de trabajo, pero hasta el punto de presentarse como si
estuviésemos tomando un baño de sol ¡no!
No es la primera vez, e
imagino que no será la última, que observemos a personas que asisten al
restaurante ataviados con prendas que no son de lo más adecuadas. Aquí alguno
de ustedes si me tuviese delante estoy segura que me trasladaría alguna o
algunas de las siguientes cuestiones: “Margarita ¿qué es lo más adecuado?; ¿Quién
determina lo que es adecuado y no lo es?; ¿Dónde está escrito eso?; ¿No crees
que lo que es adecuado para mí, quizá no lo sea para ti? y así alguna otra
cuestión más. Bien, es cierto que yo no soy quién ni estoy en disposición de
determinar cómo debe ir vestido cada uno, pero sí lo estoy, desde el concepto
de lo que se denomina como “buena educación”. Este tema lo abordaremos un poco
más adelante.
A lo que vamos y al hilo de lo
que reza en el título de este escrito “Comiendo y en chancleta”. Hay actitudes
que sobrepasan los límites y me gustaría hacer mención especial al momento
cuando los comensales ocupan cada uno su lugar en la mesa, se disponen
cómodamente en sus sillas y a continuación y tras una exhalación profunda y
sonora seguida de un ¡Ay! se desprenden, literalmente, de sus inadecuadas
chancletas dejando sus pies libres de toda atadura. Pero esto no es todo, algunos
llegan a entrecruzar las piernas y colocar sus pies en el asiento de la silla,
como si de contorsionistas se tratara, llegando si se tercia, a acariciar sus
cansados y torturados pies. ¡Vaya! Y por
si esto no les parece suficiente despropósito y mientras nos sirven la comida
¿por qué no revisar la chancla por si tiene algún desperfecto? Dicho todo esto
así quizá les parezca una exageración por mi parte, pero si por un ratito se
detienen a observar lo que acontece alrededor de su mesa comprobarán que no se
trata de conductas emanadas de mi imaginación.
Los zapatos, sandalias o con
lo que decidan vestir sus pies, debe permanecer ¡siempre en los pies! mientras
se esté realizando el sagrado acto de comer. Por cierto, se aconseja el uso de
chanclas en casa, en la playa, en el spa
o en la piscina.
Entramos de nuevo en lo que
nos habíamos dejado pendiente referente a la vestimenta. Tengamos siempre
presente que por muy pocos tenedores, o ninguno, que haya obtenido el
restaurante al que decidamos acudir, no es muy correcto acudir en ropa de baño
o con sugerentes caftanes (en el caso de las señoras) o bañadores por muy de
moda o de marca que sean (en el caso de los señores). En todo caso procuraremos
siempre, por mucho calor que haga y aun estando en casa, cubrir nuestro cuerpo
y nuestro torso, tanto hombres como mujeres cuando vayamos a sentarnos a la
mesa, al acudir al chiringuito de la playa o a la cantina de la piscina.
¡Disfruten de unas
refrescantes vacaciones!
Margarita
Martínez Mechó
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